lunes, 18 de junio de 2018

El soldadito de plata o plomo



Había una vez un soldadito de plata o plomo, muy similar a todos sus otros hermanos soldaditos excepto por una cosa: le faltaba una pierna, consecuencia de un enfrentamiento con granadas. Sin embargo él seguía impertérrito en su función de reclutar talento hasta que un día fueron emboscados y secuestrados. Fueron encapuchados y cuando volvieron a ver la luz escucharon "¡son soldaditos de plata o plomo!", era el líder de un cártel enemigo.

En ese lugar miró a través de una ventana y estudió el aposento que estaba del otro lado. Parecía un cuento de hadas, pues había cuadros costosos de pintores famosos, la gente estaba ricamente ataviada y hasta algunas de las armas de fuego de los hombres eran de oro y tenían incrustaciones de piedras preciosas. En medio de todo ese conjunto destacó la figura de una hermosa mujer que tenía los brazos levantados, pues han de saber ustedes que era una esclava sexual. Se veía tan frágil que parecía hecha de papel y tenía levantada tanto una de sus piernas que el soldadito de plata o plomo creyó que solo tenía una como él, y se enamoró de ella. "Tengo que conocerla", se dijo.

Ya pasandito la medianoche los soldaditos de plata o plomo fueron llevados a una habitación más pequeña, oscura y nauseabunda. Querían participar del alboroto que aún percibían pero al pasar la noche se durmieron, excepto nuestro soldadito de plata o plomo que seguía despierto pensando en la mujer. De repente escuchó que alguien abría la puerta pero no pudo distinguir quién era, "será un duende", se imaginó. Esta presencia dejó la puerta abierta. El soldadito de plata o plomo titubeó primero pero al final decidió salir y escapar. A los pocos pasos cayó en un enorme hoyo en el suelo, dos hombres aparecieron en lo alto y exclamaron "¡un soldadito de plata o plomo!, vamos a hacer que baile", tras de lo cual empezaron a arrojarle ácido sulfúrico a jicarazos, los cuales en su mayoría lograba esquivar nuestro soldadito.

En eso estaban cuando de repente aparece otro hombre que estaba disfrazado de rata y le grita desde arriba "¿dónde está tu credencial para votar?, ¡a ver, enséñame tu credencial para votar!", al tiempo que ahora comenzaban a dispararle balazos para que siguiera bailando. El soldadito de plata o plomo no pudo soportarlo y, antes de desvanecerse, pensó "ojalá la mujer esclava sexual estuviera aquí conmigo, al menos me haría compañía la calidez de su cuerpo y alma".

Cuando despertó, la mujer todavía estaba allí. Descubrió que estaba de regreso en la habitación oscura y nauseabunda. Se volvió a abrir la puerta y uno de los hombres de la fiesta lo amedrentó con una AK-47 y le ordenó que se desnudara, luego lo metió en un barril en el que posteriormente vertió gasolina.

El soldadito empezó a ver lucecitas, como si de repente giraran fantasmas de colores a su alrededor a una velocidad vertiginosa. Sintió un calor terrible, no supo si era a causa del fuego o del amor. Poco a poco sus tejidos se desbarataban, miró a la mujer y ella a él. Se abrió una puerta y alguien introdujo a la esclava sexual y la metió en un barril adyacente, en el que envuelta en llamas se apagó su conciencia. Poco después el soldadito de plata o plomo también se derritió. A la mañana siguiente el misterioso duende pisó entre las cenizas y observó en restos de huesos una forma de pequeño corazón. De la sangre no quedaba nada y sus carnes eran ahora como el carbón.


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